Ha llovido mucho desde entonces, de eso no hay duda. Ya han
pasado trescientos sesenta y cinco días desde que mi vida dio un giro de 180º.
Y todavía hoy me acuerdo de ti, de los momentos que pasé contigo, y de las
promesas que dejaste sin cumplir. Porque después de todo aquello aprendí muchas
cosas; aprendí cómo soy, aprendí cuál es mi camino y cuál es el norte que debo
seguir. Y sobretodo aprendí a luchar por lo que quiero, porque si no, pasa que
después de tanto tiempo tengo que escribirte esto, estando segura de que no lo
leerás. Y creéme, me hubiera gustado que saliera bien, que tú no te hubieras
echado atrás y que hoy no fueras parte de mi pasado. Porque dijiste ‘espérame’
mientras negabas que era cierto todo lo que sentíamos. Y quizá sea verdad, quizá
nada fue real, sólo un sueño: una mentira. Y quizá no te merezcas esto, quizá
no te merezcas que yo te recuerde, que yo hoy vuelva atrás, a los recuerdos, al
dolor. Porque dicen que quien algo quiere algo le cuesta, y si no luchaste nada
es porque tampoco había mucho por lo que luchar, por lo que sufrir o
simplemente por lo que esperar a un futuro que no existe. Porque nunca sabrás
todo lo que lloré, todo lo que sentí, todo lo que sufrí, y todo lo que me costó
salir de toda esa mierda para poder decirte todo esto hoy sin que me duela. Lo
siento, incumplí mi promesa, no te esperé, ahora tengo una vida, alguien que
lucha por mí, a quién soñar por las noches y en quien confiar. Y no pienso
dejar todo eso atrás por otra de tus promesas que se quedarán atrás con el
primer trueno que suene. Lo siento, no volveré a ser esa tonta que te quería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario